En la tauromaquia, la banderilla (también llamada rehilete o garapullo) es un palo delgado, de unos 70 a 78 centímetros de largo, recubierto y adornado con papel picado y con un hierro en un extremo, a modo de arpón, empleado en la lidia para clavarlo de dos en dos en el cerviguillo del toro.
Las banderillas reciben también el nombre coloquial de avivadores o alegradores, porque sirven para reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas, después de la dureza y la quietud del tercio de varas. Son una reliquia del toreo primitivo y de las fiestas populares, donde se empleaban arpones y otros instrumentos análogos para enfurecer al toro. Antiguamente se clavaban de una en una y no pareadas, como se hace hoy día. Pepe-Hillo ya menciona a fines de siglo XVIII que se consideraba de gran mérito clavarlas a pares, no habiendo variado apenas su técnica desde entonces.
Normalmente, son los subalternos quienes realizan este cometido, llamados por ello banderilleros, si bien excepcionalmente puede realizarlo el espada, para lucirse al son de la música o cuando es especialmente diestro en esta suerte.
Las banderillas de a cuarta tienen de largo unos 25 cm y sólo se usan en determinadas ocasiones por ser mucho más difícil el ponerlas, dado su corto tamaño.
La de fuego son iguales a las comunes en longitud y van provistas cerca del harpón o pincho de un trozo de yesca encendido que al clavar prende fuego a unos cartuchitos de pólvora con petardos que al estallar queman la piel del toro, enardeciéndole. Se emplean con los toros que no toman varas, en lugar de los antiguos perros de presa.
Según parece, mientras otras suertes han decaído desde los tiempos de Montes, Romero y Costillares, la de banderillas se ha perfeccionado notablemente, influyendo los adelantos introducidos por toreros como Antonio Carmona "Gordito", Rafael Molina "Lagartijo", Fernando Gómez "El Gallo", Rafael Guerra "Guerrita", Antonio Fuentes y otros, que antes de ser espadas fueron buenos banderilleros.
Contribuyó también a sostener en su apogeo la lucida suerte la costumbre introducida hace unos años de que los matadores tomen los palos a petición del público.
Para conseguir esto, el banderillero debe juntar las manos y alzar los codos, pues las que se clavan alargando los brazos y formando con las banderillas línea recta, son de poco mérito, aunque se claven en lo alto.
Así describía la ejecución de la suerte el eminente crítico Gregorio Corrochano:
También se clavan los palos antes de cuadrar, embrocándose el torero y cuadrando a su lado natural cuando el toro va a derrotar. Este medio es difícil y de mérito, siendo por tanto el menos empleado.
Las banderillas reciben también el nombre coloquial de avivadores o alegradores, porque sirven para reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas, después de la dureza y la quietud del tercio de varas. Son una reliquia del toreo primitivo y de las fiestas populares, donde se empleaban arpones y otros instrumentos análogos para enfurecer al toro. Antiguamente se clavaban de una en una y no pareadas, como se hace hoy día. Pepe-Hillo ya menciona a fines de siglo XVIII que se consideraba de gran mérito clavarlas a pares, no habiendo variado apenas su técnica desde entonces.
Normalmente, son los subalternos quienes realizan este cometido, llamados por ello banderilleros, si bien excepcionalmente puede realizarlo el espada, para lucirse al son de la música o cuando es especialmente diestro en esta suerte.
Aspecto
Se adornan las banderillas llamadas de lujo con cintas y flores. En las corridas reales o de beneficencia suelen llevar unos adornos en forma de faroles de papel o tela que se rompen al clavar los palos y dan suelta a varios pájaros allí encerrados.Las banderillas de a cuarta tienen de largo unos 25 cm y sólo se usan en determinadas ocasiones por ser mucho más difícil el ponerlas, dado su corto tamaño.
La de fuego son iguales a las comunes en longitud y van provistas cerca del harpón o pincho de un trozo de yesca encendido que al clavar prende fuego a unos cartuchitos de pólvora con petardos que al estallar queman la piel del toro, enardeciéndole. Se emplean con los toros que no toman varas, en lugar de los antiguos perros de presa.
Historia
La suerte de banderillas se llama también parear, desde que la suerte se efectúa poniendo las banderillas a pares, a diferencia de lo acostumbrado antiguamente, cuando se clavaban de una en una, llevando el banderillero un capote en la otra mano para defenderse del derrote del toro. El innovador fue, según noticias, el licenciado Falces, a fines del siglo XVIII.Según parece, mientras otras suertes han decaído desde los tiempos de Montes, Romero y Costillares, la de banderillas se ha perfeccionado notablemente, influyendo los adelantos introducidos por toreros como Antonio Carmona "Gordito", Rafael Molina "Lagartijo", Fernando Gómez "El Gallo", Rafael Guerra "Guerrita", Antonio Fuentes y otros, que antes de ser espadas fueron buenos banderilleros.
Contribuyó también a sostener en su apogeo la lucida suerte la costumbre introducida hace unos años de que los matadores tomen los palos a petición del público.
Formas de ejecución
Los diferentes modos de ejecutar la suerte de banderillas dependen de las condiciones del toro, de sus facultades y también de las del torero. Cualquiera que sea el medio empleado, las banderillas deben quedar bien clavadas, muy cerca una de la otra o unidas las dos en lo alto del morrillo, ni cerca de la cabeza ni más atrás de la cruz.Para conseguir esto, el banderillero debe juntar las manos y alzar los codos, pues las que se clavan alargando los brazos y formando con las banderillas línea recta, son de poco mérito, aunque se claven en lo alto.
Así describía la ejecución de la suerte el eminente crítico Gregorio Corrochano:
Es una suerte airosa, ágil, plena de gracia y destreza, como hecha a cuerpo limpio. Banderillear pronto, en todos los terrenos sin salidas en falso, es condición principal de buen banderillero. ¡Atención! En este tercio se resabian y cambian fácilmente los toros. En el quiebro el banderillero espera a pie firme la embestida recta del toro. Cuando llega, saca un pie, carga la suerte y quiebra la recta embestida, evitando el embroque. Al cuarteo es la manera más frecuente de banderillear. Se sale al toro con un ligero cuarteo, para que el toro no corte el terreno y tape la salida, con lo que se evitan las salidas en falso. Por esto conviene salir sobre corto, si es posible. Depende del toro.
Gregorio Corrochano
Suertes
A la media vuelta
Es la más fácil y puede hacerse de dos modos: uno, colocándose el diestro detrás y a poca distancia de al res, a la que llamará la atención, por un lado, dando una voz o haciendo chocar los palos. Al volver el toro la cabeza y antes de que acabe de volver el cuerpo, clava el banderillero los palos y sale por pies. El otro medio consiste en salir de lejos por detrás de la res, que puede estar parada o levantada, llamarla al estar cerca y, desviándose algo al lado por donde se ha de hacer la suerte, para que el toro vea el bulto, hacer de modo que al volverse por completo se encuentre ya con los rehiletes clavados. En los dos sistemas hay que procurar que el toro no se vuelva por el lado opuesto, que supondría una cogida segura.Al cuarteo
Es la más frecuente y se ejecuta saliendo en busca del toro desde una distancia proporcionada que se debe calcular según los píes del toro. Cuando éste se fija y sale en busca del bulto que hacia él se dirige, el torero sigue avanzando en línea curva hasta hallarse en el centro de la suerte; entonces el toro humilla, el diestro se cuadra, mete los brazos y sale libre por su terreno al dar la fiera el derrote.También se clavan los palos antes de cuadrar, embrocándose el torero y cuadrando a su lado natural cuando el toro va a derrotar. Este medio es difícil y de mérito, siendo por tanto el menos empleado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario